Quién mueve los hilos: Intriga, crimen y misterio en las altas esferas (Spanish Edition) by Lorena Franco

Quién mueve los hilos: Intriga, crimen y misterio en las altas esferas (Spanish Edition) by Lorena Franco

autor:Lorena Franco [Franco , Lorena]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2023-05-09T03:00:00+00:00


Sara

Agosto, 2005

Marco me tiene harta. No suelta su cámara fotográfica y me obliga a posar para él siempre con una sonrisa, claro, tumbada en la arena; bañándome en la playa; simulando estar dormida en una hamaca y hasta dándome un masaje en el spa. No me quejo. Es mucho mejor que te utilicen de modelo que de puta o, como a él le gusta llamarme: esclava sexual. Lo que intenta con esto es aparentar normalidad y presumir delante de sus amigos de una luna de miel perfecta.

—Necesitabas un descanso. Para volver con más fuerza —dice, sin un ápice de amabilidad en su tono de voz.

Aunque pronto hará tres meses que soy la señora Mendieta, hasta ahora no habíamos podido ir de viaje de novios debido a la gran cantidad de trabajo que hay en la inmobiliaria.

—Sabes que todo esto es para aparentar, ¿verdad? —aclaró Marco en el aeropuerto, antes de embarcar hacia Acapulco—. No te hagas ilusiones, Mermelada —rio—. Y como cometas alguna estupidez...

—Ya, ya, ya... —repliqué cansada, en un alarde de valentía de esos que me dan a veces cuando estoy rodeada de desconocidos. A solas, ni me atrevería a abrir la boca—. Me cortas el cuello, ¿a que sí? ¿Me ahogas en el mar? ¿Me pegas un tiro? ¿Cavas un hoyo y me entierras en mitad de un bosque? ¿Cómo me matarías, Marco?

La última pregunta se la dije en voz alta cuando estábamos cerca del mostrador de facturación. La mujer que nos atendió nos miró extrañada y Marco, con una sonrisa, se apresuró a decir:

—Nos vamos de luna de miel a Acapulco —le informó, mostrándole los billetes de primera clase—, y ya ve, está juguetona —añadió con picardía.

Andrea, según su chapa, emitió una irritable carcajada tras el comentario de mi marido y tardó menos de dos minutos en facturar nuestro ligero equipaje.

—Que tengan una feliz luna de miel —nos deseó, con una falsa y amplia sonrisa que desapareció al instante, en cuanto vio que el siguiente en la cola llevaba rastas y tatuajes. Cómo nos dejamos llevar por las apariencias. Cuánto prejuzgamos sin conocer.

—No lo dude. No lo dude —murmuró Marco, riendo.

Seguidamente me guiñó un ojo, colocó la mano en mi hombro apretándolo con fuerza y hundiendo los dedos en mi huesuda clavícula. Ni siquiera gasté saliva en decirle que me hacía daño. Nos dirigimos a la sala de espera VIP donde esperamos cuarenta minutos hasta la hora de embarque.

A veces creo que estoy así porque quiero. Porque me he acomodado, he aprendido a dejar la mente en blanco cuando los desconocidos me tocan y también a sobrevivir y llevar este estilo de vida como si fuera algo normal. Aunque esté muy lejos de la normalidad y de la libertad. También me da por pensar que no creo que Marco me haga nada si intento huir por mucho que me haya alertado el matón que no fue a la boda, pero que sí sigue día y noche conmigo. Quieren que tenga miedo. Ellos viven de mi miedo. Cuántas veces me he preguntado si.



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